El Carmelo
Los rasgos que expresen nuestra identidad carmelita
Nacidas de la misma fuente e interrelacionadas entre sí, la Oración, la Fraternidad y la Misión Profética, generan en nosotros ternura en la convivencia con los hermanos y hermanas, solidaridad con los excluidos y celo místico por la causa del Señor. Este símbolo evoca y expresa lo que esté en el corazón de la Familia Carmelita. Él nos confronta con nuestros orígenes, nos despierta para afianzar nuestra identidad, nos coloca en contacto con la fuente de la espiritualidad carmelita. Es bebiendo de esta fuente que se despierta en nosotros la preocupación por la Justicia y se fortalece nuestro compromiso con la Paz.
Ser Carmelita del Sagrado Corazón de Jesús (CSCJ) es vivir las dimensiones espirituales del Carmelo. El Carisma de la Congregación se nutre de la fuente espiritual de la Orden del Carmen. Se concreta en la vida del creyente que abraza esta espiritualidad viviendo:
Somos hermanos por el hecho de que Dios mismo nos amó primero (1Jn 4, 19) y nos tomó por hijos suyos en Jesucristo, enseñándonos a amarnos unos a otros como hermanos (1 Tes 4, 9). La fraternidad es central en la Regla del Carmelo; penetra toda la vida y misión. El reto de la CSCJ es expresar el amor fraterno por medio de unas relaciones interpersonales de confianza, sinceridad y solidaridad. Esto nos mantiene veraces con Dios y con el hermano.
Las raíces de esta dimensión vienen de nuestro Padre espiritual el Profeta Elías. En el primer Libro de los Reyes, a partir del Cap. 17, vemos que Elías, se retiró primero al torrente Querit, por orden de Dios; esta experiencia de retiro y presencia le va preparando para ser el profeta de Dios y del pueblo. Un segundo momento fuerte de su vida fue su encuentro con Dios en el desierto cuando huía, lleno de miedo, de las amenazas de muerte de la Reina Jezabel. (1Re 17ss). Ambos momentos fueron experiencias fuertes de encuentro con Dios y con su historia.
También en el Evangelio nos cuenta que Jesús se retiraba para estar a solas con Dios; estuvo en el desierto, contemplaba la realidad y desde esas vivencias, tomaba las decisiones para responder al querer de su Padre. La CSCJ vive esta actitud como Jesús y el profeta Elías para poder responder con fidelidad al proyecto de Dios en su vida.
También en el Evangelio nos cuenta que Jesús se retiraba para estar a solas con Dios; estuvo en el desierto, contemplaba la realidad y desde esas vivencias, tomaba las decisiones para responder al querer de su Padre. La CSCJ vive esta actitud como Jesús y el profeta Elías para poder responder con fidelidad al proyecto de Dios en su vida.
María es un referente para toda la CSCJ. Es la mujer que escuchaba la Palabra de Dios y la hacía vida. El ser del carmelita está impregnado de la Palabra de Dios que le compromete a ser Buena Noticia, como lo fue María para su prima Isabel. Buscamos, como ella, el camino que nos debe conducir al estado de oración, con sus manifestaciones en la vida contemplativa y en la acción profética. Como María, nos esforzamos en ser presencia de la Iglesia a través de comunidades contemplativo-proféticas que oran, anuncian la salvación con esperanza, viven el amor con alegría, denuncian el pecado con valor y sirven con sencillez y disponibilidad.
Los rasgos propios de Madre Asunción
La entrega abnegada. Este don es un legado que nos dejó Madre Asunción. Ella vivió en la más absoluta entrega y abandono a la voluntad de Dios: La gloria de Dios está en hacer su voluntad, repetía insistentemente. Jesús fue el centro de su vida, de su acción evangelizadora y de su solidaridad. Esta actitud la vivimos por la certeza de que nuestra riqueza es el Señor y buscamos "acumular para Dios" (Cf. Lc 12, 21b).
Amor a la Iglesia. Este sentimiento hacia la Iglesia la convierte como el lugar privilegiado para ponernos al servicio del Reino de Dios. Para el carmelita "El Reino de Dios no puede concebirse adecuadamente al margen de la Iglesia que ayuda a realizarlo, mucho menos puede concebirse la Iglesia cristiana al margen del Reino de Dios" (Ignacio Ellacuría, sj).
La CSCJ tiene como misión en la Iglesia "dar Gloria a Dios" sirviendo a los más pobres, y en fidelidad dinámica a su carisma realiza diferentes actividades en el campo pastoral y social, principalmente en la educación, cuidados de enfermos y ancianos, y otras necesidades... (Const 3.5).