Lugares de Misión
Madre Asunción con palabras y, sobre todo, con hechos, inculcó a sus hijas la entrega abnegada y amor a la Iglesia y al Mundo. Prueba de ello ha sido la fecundidad de la congregación tanto el número de casas como en la diversidad de situaciones a las que atendían.
Nacidas de la misma fuente e interrelacionadas entre sí, la Oración, la Fraternidad y la Misión Profética, generan en nosotros ternura en la convivencia con los hermanos y hermanas, solidaridad con los excluidos y celo místico por la causa del Señor. Este símbolo evoca y expresa lo que esté en el corazón de la Familia Carmelita. Él nos confronta con nuestros orígenes, nos despierta para afianzar nuestra identidad, nos coloca en contacto con la fuente de la espiritualidad carmelita. Es bebiendo de esta fuente que se despierta en nosotros la preocupación por la Justicia y se fortalece nuestro compromiso con la Paz.
Por otra parte, en el mismo nombre de nuestra congregación, podemos descubrir condensados los rasgos fundamentales y las actitudes que definen nuestra vocación y espiritualidad: la fraternidad, la contemplación-oración, la devoción mariana, la entrega abnegada y el amor a la Iglesia y al Mundo.
Por ello, nuestro carisma y misión nos llevan a:
Con el mismo amor e ilusión del primer día, seguimos aportando nuestro grano de arena a la construcción del Reino de Dios en este mundo en los siguientes países:
Nacidas de la misma fuente e interrelacionadas entre sí, la Oración, la Fraternidad y la Misión Profética, generan en nosotros ternura en la convivencia con los hermanos y hermanas, solidaridad con los excluidos y celo místico por la causa del Señor. Este símbolo evoca y expresa lo que esté en el corazón de la Familia Carmelita. Él nos confronta con nuestros orígenes, nos despierta para afianzar nuestra identidad, nos coloca en contacto con la fuente de la espiritualidad carmelita. Es bebiendo de esta fuente que se despierta en nosotros la preocupación por la Justicia y se fortalece nuestro compromiso con la Paz.
Por otra parte, en el mismo nombre de nuestra congregación, podemos descubrir condensados los rasgos fundamentales y las actitudes que definen nuestra vocación y espiritualidad: la fraternidad, la contemplación-oración, la devoción mariana, la entrega abnegada y el amor a la Iglesia y al Mundo.
Por ello, nuestro carisma y misión nos llevan a:
- Configurarnos con Cristo, Siervo de Dios y de los hombres, en actitud de confianza y abandono en el Padre y en disponibilidad y libertad para servir a los hombres.
- Ser comunidades orantes y fraternas que movidas del "celo por la gloria de Dios" contribuyen a crear comunidades cristianas comprometidas con la justicia, la solidaridad y la paz.
- Entregarnos de forma incondicional al servicio de la misión con dedicación preferente a los más pobres en cada situación histórica, anunciando la gratuidad del Evangelio.
Con el mismo amor e ilusión del primer día, seguimos aportando nuestro grano de arena a la construcción del Reino de Dios en este mundo en los siguientes países:
Siempre al servicio de la Iglesia, siempre generosas en su respuesta a las necesidades de las personas, las HCSCJ desarrollan su actividad en España, Venezuela, Portugal, República Dominicana, Mozambique, Cuba y, desde 2014, Kenia… siempre fieles al lema de Madre Asunción: "La Gloria de Dios está en hacer su voluntad."
El Carisma de la congregación no se limita a un único ámbito, sino que, como la misma Iglesia, se desarrolla allá donde exista una necesidad. De esta forma encontramos hermanas que se dedican a labores bien diversas como pueden ser:
- La atención a ancianos y enfermos en centros propios y en otras Instituciones.
- La educación de la juventud en centros propios y en otras Instituciones.
- La creación y el acompañamiento de comunidades cristianas y colaboración en otras acciones parroquiales, en zonas marginales, rurales y urbanas.
- El trabajo con otras Instituciones y Colectivos:
- Centros penitenciarios.
- Albergues de transeúntes.
- Asociación gitana.
- Niños de la calle.
- Hogares de acogida para niños abandonados.
- La presencia misionera en el Tercer Mundo.